¿Alguna vez has terminado el día agotado, aunque apenas te hayas movido? Esa sensación de cansancio sin “razón aparente” es más común de lo que creemos. Y no, no estás exagerando, ni eres flojo.
Muchas veces, el cansancio no viene del cuerpo, sino de la mente. Pensar constantemente en preocupaciones, mantener el control de todo, vivir con ansiedad o culpa, es agotador. Estás en alerta todo el tiempo, aunque estés sentado. El cuerpo no corre, pero el sistema nervioso sí.
Ese tipo de cansancio se llama fatiga emocional o mental, y se manifiesta como confusión, falta de motivación, hipersensibilidad o incluso insomnio. Lo difícil es que no se ve. Pero eso no lo hace menos real.
¿Qué puedes hacer?
- Reconocerlo, sin juzgarte.
- Hacer pausas conscientes.
- Dormir, aunque “no te lo hayas ganado”.
- Hablar de lo que te pesa.
Tu cuerpo necesita descanso. Tu mente, también. A veces, “no hacer nada” es justo lo que más necesitas.
